miércoles, 23 de octubre de 2013

Luto callejero

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Qué resulta más antiestético y perjudicial para la ciudadanía, ¿la presencia en las calles de  titiriteros, músicos, estatuas humanas o pintores  que intentan  ganarse la vida mostrando sus habilidades artísticas con mayor o menor gracia y maestría, o la   permanencia  en los puestos de responsabilidad política de personas cuya decencia tiende a acumular tanta suciedad como el palo de un gallinero?  Cualquier ciudadano tiene la  oportunidad de elegir cuándo y cuántas monedas echar en el sombrero del violinista, en cambio, y al menos hasta las siguientes elecciones, debe continuar pagando  la inmoralidad y deslealtad de quienes desprecian la confianza y el bienestar de la población, de quienes contaminan la vida política. Debería prestarse mayor atención a  la  figura ética de los pueblos y ciudades, pues hay atractivos como la honradez, la alegría, la hospitalidad y la felicidad de sus habitantes que, aun siendo intangibles,  aportan un alto grado de seducción y belleza.  Triste imagen la ofrecida por las ciudades en situación de luto callejero. Lamentable figura la de las urbes con notorias ojeras de miseria.