sábado, 27 de octubre de 2012

Por ser mujer

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Por querer acceder a una ventana que les ofrezca una perspectiva más amplia del horizonte, por sentir la necesidad de poner los pies en nuevas sendas y respirar aromas desconocidos, por desear hacerse con herramientas que les ayuden a salir de la rígida y reducida celda cultural e intelectual en la que tratan de retenerlas, por pretender dejar atrás la oscuridad de la intolerancia y el odio hacia la diversidad social y cultural, y por intuir que el aire rico en felicidad y esperanza entra al retirar los burletes de la ignorancia cultivada con tesón durante…, hay niñas que, como ha sido caso reciente de la joven pakistaní Malala Yusufzai, son víctimas de la ferocidad impuesta por la cerrazón e intransigencia. En definitiva, por la sencilla razón de anhelar y defender el derecho a ir al colegio.
Ojalá que la voluntad mostrada por esas jóvenes y sus familias se vea cumplida, y sirva de estímulo y ejemplo para que la semilla de la educación florezca en campos yermos y hostiles a la libertad, el respeto y la convivencia entre las personas, con independencia del sexo, la religión o las ideas que cada cual tiene acerca de la vida.