viernes, 19 de octubre de 2012

Los azotes del ogro

El Correo>Opinión>cartas del lector


Nunca vi el rostro o estuve en manos del coco ni del  hombre  del saco, figuras inquietantes a las que aludían nuestros padres cuando éramos pequeños para introducirnos el miedo en el cuerpo, para reconvenir  y advertir acerca de comportamientos   molestos, inapropiados o con tintes antisociales. Pasadas cuatro décadas, los medios de comunicación nos recuerdan a diario la amenazadora presencia de un monstruo que, de manera voraz,  implacable y apresurada,  va metiendo en el saco los alimentos de cada vez más niños, la pensión de millones de personas que  trabajaron duro a lo largo de años, la calidad sanitaria y educativa,  el empleo en condiciones dignas,  los servicios sociales, la emancipación e ilusión de la juventud y la esperanza de los adultos. Le llaman prima de riesgo y dicen que actúa para infundir sensatez y moderación, que castiga a las naciones cigarras irresponsables y  derrochadoras,   pero, en realidad, los azotes del ogro se concentran con mayor intensidad sobre las espaldas de las hormigas trabajadoras, hurtando la prosperidad y el bienestar del hormiguero  en beneficio propio.