jueves, 16 de julio de 2009

El metrosexual

Lne.es » Cartas de los lectores

Si escuchas y lees con cierta frecuencia que ha nacido una nueva clase de hombre, aunque en un principio las referencias a los aspectos básicos que definen al mismo resulten poco atractivas o sugerentes, llega un momento en el que la fuerza de la curiosidad acaba por romper la cáscara de la pretendida indiferencia. Así que he tratado de saber algo más acerca del metrosexual, descubrir singularidades, virtudes, diferencias. Y, la verdad, tras conocer y reflexionar sobre las características, rasgos o cualidades que definen al nuevo ser y tratando de evitar cualquier valoración condicionada por prejuicios previos, en mi opinión, contemplado desde la perspectiva del interés general, el tipo de personaje no parece ser sustancial ni digno de alabanza. A modo de ejemplo, tiene que ser narcisista y pasar mucho tiempo en salones de belleza, gimnasios y delante del espejo; ser capaz de distinguir una sábana de calidad; usar ropa de alta costura, ruidosa (pero sin bocina) e, incluso, hasta pintarse las uñas; ser un voraz consumista y, ¡sorpresa!, a la vez ecologista. En definitiva, un nutriente social de dudosa calidad que aporta mucho colorido a la biodiversidad. ¡Ah!, si alguien está interesado en dejar de ser un hombre gris, reformarse y evolucionar debe saber que el acceso está restringido, pues hay que ser joven, cosmopolita, vivir en la metrópolis (absténganse los de aldea) y tener bastante dinero para gastar.