No me interesa la política, son todos iguales; da igual a quién votes, lo que quieren es pillar la poltrona y forrarse; van a lo suyo y a los demás ¡que les den!
En el menú diario que ofrece la cocina política abundan los platos con ingredientes de alto poder desafectivo y causantes de un incremento de la obesidad social del desencanto y el descrédito, o sea, del desinterés y el abstencionismo. Pero no acudir a las urnas, ¿es la solución del problema? ¿Contribuye a reducir las tropelías y las corruptelas, las indecentes desigualdades, la desprotección social o el recorte de derechos y libertades? No da lo mismo que la jornada laboral sea de 40 ó 65 horas semanales, tampoco es igual que las pensiones sean públicas o privadas, ni es indiferente que la calidad de la educación y asistencia sanitaria recibida sea proporcional al dinero del que se dispone, ni. En resumen, ni da lo mismo ni son todos iguales.
