domingo, 9 de junio de 2019

La bondad entraña riesgos

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En la época en que los niños pasábamos la mayor parte del tiempo libre explorando el entorno y jugando en la calle, en el caso de apretar la sed estando a cierta distancia de casa y sin la presencia de una fuente en los alrededores, no había problema en acudir al bar más cercano y pedir un vaso de agua del grifo. La respuesta normal era la generosidad, sin malas palabras, sin miradas de desprecio, sin invitaciones a abandonar el local sintiendo el empuje de la hostilidad por la espalda. Pero el ejercicio de la bondad no está exento de riesgos, como dejar garrafas de agua en el desierto con el propósito de evitar la muerte por deshidratación de personas que cruzan la frontera de manera irregular, que puede ser motivo para acabar sentado en el banquillo de los acusados porque, según parece, altera el estado natural y primitivo de los desiertos de Arizona. ¿Cuál sería el veredicto del robot más sofisticado?