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Una mujer de 32 años y madre
de dos pequeños se suicida con motivo de la difusión no autorizada de un vídeo
privado de carácter sexual grabado años atrás y del cual era protagonista, y
resulta que llega a ser la grabación más buscada en portales de contenido
pornográfico donde, parece ser, no tiene presencia. Más allá de las
implicaciones jurídicas que puedan derivarse por la divulgación del vídeo,
llama la atención la laxitud mostrada en cuestión de valores, lo cerca del
suelo que puede estar el listón ético. ¿Rastrear el terreno digital en
busca de unas imágenes que desprecian el deseo de discreción e intimidad de una
persona presuntamente acosada y muerta de forma trágica? En materia de
estimulación sexual no hay reglas fijas y universales, sin embargo, hay
situaciones que, contempladas desde una perspectiva equilibrada y respetuosa,
desactivan el sensor de la excitación de manera automática.