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Si uno no sale de casa y permanece atento a los medios de comunicación
puede tener la sensación de que la vida exterior gira alrededor de los debates
electorales celebrados en las cadenas de televisión, que la preocupación
de la ciudadanía reside en el subjetivo resultado de la contienda verbal
llevada a cabo ante las cámaras. Sin embargo, la realidad que inquieta a la
ciudadanía tiene poco que ver con la escenografía y las intervenciones
políticas preparadas para un público generalmente ya posicionado y con muy baja
intención de cambiar el sentido del voto.
Las materias que suscitan mayor interés y preocupación entre la
población española están recogidas de forma periódica en las encuestas
realizadas por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), y estas
no parecen constituir el eje central del teatro político representado en los
platós de televisión. La honestidad política no se mide por el número de
debates, sino por la trayectoria y conducta demostrada.