domingo, 10 de febrero de 2019

Filtros intelectuales

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Si la información falsa se propaga por las redes sociales a mayor velocidad y con bastante mayor éxito que las verdades, tal como apunta un estudio promovido por Twitter, es de suponer que no va a resultar nada fácil echar el freno a una práctica tóxica de bajo coste que, además de servir para el entretenimiento o el desahogo de inconfesables sentimientos individuales, también parece ser de gran utilidad a la hora de extender la confusión social programada. En el caso de existir preocupación real ante la posibilidad de que la mentira pueda llegar a convertirse en un instrumento político más eficiente y poderoso que la verdad para lograr objetivos basados en intereses ajenos al bienestar general, ¿hay algún problema para que las formaciones políticas consensúen un plan de acción destinado a dotar a la ciudadanía de filtros intelectuales que impidan la entrada, el asentamiento y la colonización de la falsedad en el cerebro de la sociedad?