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La nueva normativa de protección de datos impulsada por los grupos
políticos, sin oposición alguna al respecto, parece ser que concede a los
partidos políticos la posibilidad de enviar a través del móvil u ordenador
propaganda electoral a la carta sin el consentimiento de los ciudadanos, una
innovadora estrategia de seducción individualizada que aprovecha el perfil
obtenido del votante mediante la recopilación y el análisis de datos
facilitados y los rastros dejados en Internet. De esta forma, la oferta de medidas
políticas puede llegar a tener la elasticidad del látex, adaptándose a
prácticamente cualquier necesidad o deseo, incluso proporcionando satisfacción
a los paladares más finos y exigentes.
Y dando un paso más, ¿no tendría
mayor capacidad de fascinación que las personas candidatas enviaran mensajes de
imagen y voz susurrando promesas a los electores? El resultado de las urnas
parece tener cada vez mayor relación con el éxito de las campañas de publicidad
y promoción de crecepelo político.