domingo, 30 de diciembre de 2018

Un gesto de satisfacción

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La sexualidad es inherente a los seres humanos, aporta calor y color a la existencia y, al menos hasta el momento, resulta necesaria para la supervivencia de la especie. Sin embargo, con independencia de que la finalidad sea reproductiva o placentera, el ejercicio de la sexualidad debe ser una opción elegida desde la libertad (lamentablemente no siempre es así), sin que ello signifique perder de vista o despreciar aspectos como la salud, la responsabilidad y el respeto. Como es obvio, ni el abuso y ni la violación forman parte del catálogo de lo razonable y admisible, siendo especialmente despreciable cuando se trata de menores de edad, donde las heridas de la intimidación y el desgarro llegan a causar cicatrices que permanecen durante toda la vida. Por tanto, el anuncio de un anteproyecto legislativo dirigido a la protección integral de los menores frente a la violencia, en el que se contempla un incremento sustancial del periodo de prescripción de determinados delitos, es una noticia que parece haber generado un gesto de satisfacción en el rostro de los Reyes Magos.