viernes, 23 de febrero de 2018

Honradez y vigilancia administrativa

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Indiferente a las condiciones climáticas, el engaño tiene la capacidad de prender, crecer y reproducirse con mayor o menor éxito en cualquier lugar, dando igual que llueva más o menos, que haga frio o calor o que esté situado al nivel del mar o a tres mil metros de altura. Con raíces milenarias adaptadas a los más variados tipos de suelo, el engaño está presente en el terreno amoroso, fraternal, vecinal, profesional, informativo, político y, por supuesto, en el lucrativo, donde prolifera con una normalidad asombrosa. Hace unos días, la prensa difundía los resultados de una investigación realizada en 204 restaurantes diseminados por 15 comunidades autónomas, revelando que el 53% de los restaurantes cuyos menús estaban por debajo de los 20 euros servían un pescado diferente al indicado, porcentaje que alcanzaba el 38% en el caso de los locales con menús de hasta 50 euros y de un 11% cuando éstos superaban los 50 euros. Una estafa regular que, parece ser, salpica a importadores, intermediarios y hosteleros. Existe una falta de honradez evidente, pero también de control y vigilancia administrativa.