Hoy>Opinión>cartas del lector
Opinión A Coruña>Opinión>cartas del lector
Diario Sur>Opinión>cartas del lector
El Comercio>Opinión>cartas del lector
Pasmado se viene a quedar uno tras escuchar la noticia de que un
ministro del Gobierno británico presentó su dimisión por llegar unos minutos
tarde a la Cámara de los Lores del Parlamento y no poder contestar a tiempo a
una parlamentaria laborista acerca de la diferencia salarial existente entre
hombres y mujeres en Inglaterra. La renuncia fue anunciada tras declarar
sentirse avergonzado y pedir disculpas por el retraso. Y pensar que algo así
sólo podía suceder en territorio español, donde la dimisión política es una
virtud puesta en práctica con agilidad y tan típica como la paella, la fabada,
el gazpacho o el marmitako de bonito. Está muy bien que otras naciones vayan
tomando nota y traten de emular nuestras sanas tradiciones y cualidades
democráticas, dando prioridad a la decencia y al bienestar general por encima
de los intereses partidistas e individuales. Aquí marcamos la diferencia,
pues una simple mentira es motivo suficiente para pedir perdón y abandonar
cualquier cargo público con gran rubor y las orejas gachas. ¡Como para no estar
satisfechos y sentirse orgullosos!