jueves, 8 de febrero de 2018

En el podio de la decencia democrática

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Pasmado se viene a quedar uno tras escuchar la noticia de que un ministro del Gobierno británico presentó su dimisión por llegar unos minutos tarde a la Cámara de los Lores del Parlamento y no poder contestar a tiempo a una parlamentaria laborista acerca de la diferencia salarial existente entre hombres y mujeres en Inglaterra. La renuncia fue anunciada tras declarar sentirse avergonzado y pedir disculpas por el retraso. Y pensar que algo así sólo podía suceder en territorio español, donde la dimisión política es una virtud puesta en práctica con agilidad y tan típica como la paella, la fabada, el gazpacho o el marmitako de bonito. Está muy bien que otras naciones vayan tomando nota y traten de emular nuestras sanas tradiciones y cualidades democráticas, dando prioridad a la decencia y al bienestar general por encima de los intereses partidistas e individuales.  Aquí marcamos la diferencia, pues una simple mentira es motivo suficiente para pedir perdón y abandonar cualquier cargo público con gran rubor y las orejas gachas. ¡Como para no estar satisfechos y sentirse orgullosos!