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Siendo un suceso terrible, en realidad no puede decirse que sea
sorprendente e inesperado, pues es un eslabón más de la larga cadena de
masacres perpetradas generalmente por individuos que, por distintas
circunstancias, presentan algún trastorno mental y tienen acceso a un mercado
legal de armas de fuego donde pueden adquirirse incluso fusiles de asalto (es
decir, armas creadas para la guerra) sin mayores dificultades. Diecisiete
personas muertas es el resultado del último tiroteo indiscriminado realizado por
un joven de 19 años en un instituto de educación secundaria en Florida, y
parece que buena parte de la población estadounidense descarta cualquier
modificación legislativa dirigida a restringir la adquisición y posesión de
armas, al considerar que entraña menor riesgo para la vida y seguridad
ciudadana estar armado que desarmado. Una argumentación similar aplicada
al ámbito de la protección nacional y fronteriza, ¿no es la que da lugar a la
escalada y proliferación de armas de destrucción masiva? No se puede acabar con
la intención y el deseo de matar, pero sí es factible disminuir la
fabricación de armas y limitar la posibilidad de acceder a éstas.