sábado, 14 de mayo de 2016

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Hace casi dos años, los medios de comunicación se hacían eco de la participación de políticos en la exitosa iniciativa (con recorrido internacional) de arrojarse un cubo de agua fría sobre la cabeza, cuya finalidad era  la sensibilización social y la recogida de fondos destinados a la investigación de la esclerosis lateral amiotrófica  (ELA), así como a  cubrir necesidades del día a día de las personas que presentan la enfermedad. Esta tarde leía en la prensa que una mujer de 34 años y madre de un pequeño de tres, enferma de esclerosis múltiple (EM) y con un grado de minusvalía del 70%  que va en aumento, ha obtenido una silla de ruedas eléctrica de 3.099 euros gracias a la donación de una ONG. Se estima que el gasto en el envío de propaganda electoral en la campaña que se avecina rondará los 49 millones de euros, una cifra con la que, por ejemplo, podrían subvencionarse 15.811 sillas de ruedas. “Lo importante no son los sillones, sino el bienestar de la ciudadanía”, se repite desde la política,  pero  hay  señales que indican discordancia entre lo dicho y lo hecho.