miércoles, 14 de enero de 2015

Suelen ser los otros

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De vez en cuando saltan noticias sobre la autorización de batidas cuyo objetivo es la captura de perros asilvestrados responsables de ataques en la ganadería de los municipios o comarcas por donde se mueven; canes que, en muchos casos, han pasado de ser fieles y entrañables mascotas de familia a formar grupos incontrolados de animales desconfiados y peligrosos.
Abonos como el abandono, la ausencia de contacto, el desprecio y el maltrato llegan a transformar los frutos dulces en amargos. Y, aunque existen diferencias notables entre la cabeza de los perros y los humanos, las situaciones de desigualdad y exclusión social, de atropello político, de discriminación étnica o de intolerancia religiosa producen trastornos en las relaciones y los sentimientos humanos que nos transforman en animales extraordinariamente salvajes y violentos. Es realmente penoso y patético que, para hacer gala de pertenecer a la especie con mayores capacidades intelectuales del planeta, llevemos siglos y siglos manteniendo comportamientos propios de seres primarios, necios, estúpidos y autodestructivos. Pero bueno, las culpas y responsabilidades siempre suelen arrojarse a los rostros de los otros.