jueves, 7 de agosto de 2014

Virtual o de carne y hueso

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No soy de las personas que tienden a ver la evolución y el cambio con mirada recelosa y asustadiza, aunque admito que algunas novedades me sitúan en el terreno del desconcierto, con  la impresión de estar quedando fuera de frecuencia, de tener ciertas  dificultades de sintonización social. Quizás se deba a que mi primer animal fue un grillo y no un Tamagotchi,   o que el primer instrumento con pantalla digital que llegó a mis manos fue un reloj de muñeca allá por la adolescencia, pero no acabo de verme loco de entusiasmo y dando brincos en un concierto de un cantante o grupo virtual. Al conocer que la cantante japonesa de moda y de mayor éxito en la actualidad, es un holograma llamado Hatsune Miku,  tuve la sensación de ser como un botijo de barro en la era del plástico. Sin embargo, a estas alturas de la vida, creo que no sustituiré a los artistas de carne y hueso por imágenes artificiales, ni renunciaré al  calor de la compañía y la charla con  personas por una insípida relación con figuras creadas a través de máquinas.