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Desde que era niño vengo
contemplando imágenes televisivas del sufrimiento causado por las hambrunas,
enfermedades y enfrentamientos armados que tienen lugar periódicamente en
distintos lugares del continente africano, como si se tratara de algo natural e
invariable, aunque con la diferencia de que ahora son visionadas en
color y de aquella en blanco y negro. Por otro lado, en aquel entonces aún
quedaban países africanos colonizados por naciones europeas. Da la
impresión de estar ante una situación de injusticia universal, pues, durante
los últimos siglos, la tierra donde se dice comenzó la vida humana
no parece haber tenido mayor interés que el de una mina de bajo coste de
personas y materiales al servicio del progreso de terceros, con escasa o nula
consideración hacia los desaguisados políticos, económicos y sociales, así como
por el sufrimiento generado en las poblaciones. Ni esclavos ni pobres ni
ilegales, el futuro de los habitantes de África pasa por vivir con
dignidad en un territorio de prosperidad y convivencia.