sábado, 30 de agosto de 2014

Desde la distancia

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Cuando el locutor de radio dijo que, tras la tregua de carácter indefinido, los habitantes de Gaza estaban volviendo a la normalidad, me quedé anclado, pensativo, dándole vueltas a lo escuchado. Aunque el término utilizado   parezca tener efectos reparadores, la situación dista bastante de lo que podría considerarse como normalidad. ¿Acaso se reparan las muescas y profundas rayaduras de un mueble aplicando  abrillantador? No se trata de una intensa nevada que interrumpe el transporte y da lugar a la suspensión de la actividad escolar de manera temporal, sino de una copiosa lluvia de proyectiles y bombas que deja un  número considerable de personas inocentes muertas y mutiladas, provoca traumas y alteraciones psicológicas en miles de niños y adolescentes, destruye infraestructuras elementales  (educativas, sanitarias, energéticas o de distribución del agua)  y reduce a escombros buena parte de las viviendas de la población. Observado desde la distancia, un regreso a lo cotidiano; pero palpado desde el epicentro del drama y  dolor, las cosas y sentimientos de muchos ciudadanos  no serán igual.