sábado, 8 de marzo de 2014

No siempre es lo que parece

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Causaría menos extrañeza si se tratara de personas caracterizadas por los atributos menos atractivos  de los domingueros, pero no, la basura acumulada en la cumbre del Everest (y  también en otras cimas) ha sido dejada por supuestos amantes y enamorados de la naturaleza. Con el propósito de reducir las efusivas muestras de cariño dejadas por ciertos montañeros, el gobierno de Nepal desea que cada miembro de las expediciones que suban al balcón de la montaña más alta del mundo contribuya a su limpieza bajando ocho kilos de basura. Como suele suceder, unos tendrán que cargar con la dejadez e insensibilidad de otros. Y, según parece, en el campamento base habrá personal de seguridad encargado de actuar a fin de impedir y/o  mediar en los conflictos surgidos entre alpinistas. Viajar a Nepal para discutir y alterar el ánimo por una cuestión como el turno en la escalada, teniendo un recurso como son las colas de los supermercados cercanos al domicilio, la verdad, es una manera de complicarse la vida.