jueves, 26 de enero de 2012

Transparencia en las cuentas

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Pensar que parte de nuestros impuestos acaban en manos deshonestas, desaprensivas y avariciosas, en realidad, no hace ni pizca de gracia. Y poco importa que los dineros sean destinados a costearse juergas nocturnas, adquirir viviendas o yates o, simple y llanamente, se depositen a buen recaudo con el propósito de asegurarse cierta estabilidad en un futuro. Aun estando en tiempos especialmente sensibles ante todo aquello que signifique despilfarro y corruptela, sería un error creer que el descontrol y la tentación de apropiarse de los recursos públicos es una cuestión del presente. Sin embargo, sí resulta bastante más complejo intentar asimilar que tales conductas puedan llevarse a cabo de manera sustanciosa y prolongada sin que salte la alarma. Teniendo en cuenta los múltiples y escandalosos casos que están saliendo a la luz en estos últimos años, es inevitable que surja una pregunta al respecto: ¿existen los mecanismos de control e inspección necesarios y adecuados para realizar una labor escrupulosa y leal para con los intereses de la ciudadanía? Si la transparencia en las cuentas no es un problema de medios técnicos, todo hace sospechar que una cuestión de voluntad política.