martes, 17 de enero de 2012

Estatus y calidad humana

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Que se formen largas, sufridas y tensas colas en las que algunas personas llegan a esperar incluso días con el propósito de comprar (no de recibir un regalo) el último modelo de móvil, ¿es un síntoma de equilibrio y salud social o, por el contrario, corresponde a una señal de desenfoque o pérdida del norte en cuanto a la escala de necesidades y valores se refiere? Cuesta entender que se desencadenen discusiones, peleas y disturbios públicos a las puertas de las tiendas por temor a quedarse sin un aparato cuyo coste es de unos cuantos cientos de euros y que, con probabilidad, será considerado un viejo trasto transcurridos unos cuantos meses. ¿Tanta es la desdicha o infelicidad sentida por retrasar durante unos días o semanas la adquisición de la última y efímera tecnología? Hay quien se pega o crea altercados por un teléfono y, curiosamente, tilda de salvajes e incivilizados a las personas vistas a través de televisión acudiendo sin orden ni cortesía a recoger una necesitada ración de comida en cualquier rincón del mundo. El estatus, ¿resta o aporta calidad humana?