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La aparición periódica de nuevos casos de dopaje que contaminan la carrera de reconocidos y admirados deportistas crea una atmósfera de cierta decepción social, pero ¿no resulta un tanto ingenuo e incluso hipócrita escandalizarse e indignarse ante ello? Determinadas prácticas deportivas se han convertido en espectáculos que generan enormes cantidades de dinero y, por tanto, las personas implicadas profesionalmente en las mismas se ven condicionadas por la excesiva presión derivada de tal mercantilización y tentadas por las expectativas de éxito social y enriquecimiento económico. El cuerpo y las capacidades físicas tienen un límite y, sin embargo, cada día se esperan o demandan tiempos, proezas o marcas que rebasen el récord anterior. ¿Tan relevante es una centésima de milímetro o segundo? La actividad deportiva, ¿es una cuestión de dinero o de salud y disfrute?
