lunes, 7 de junio de 2010

Confusión

Lne.es » Cartas de los lectores

Hace unos días escuché decir a una persona que, sin la menor duda, el mejor compañero de trabajo que tuvo durante los cuatro años que ejerció como vigilante de seguridad había sido un perro que le acompañó en sus últimas jornadas laborales, y resaltaba la fidelidad y obediencia mostrada en todo momento sin titubeo alguno; la opinión del can acerca de tan entrañable relación es desconocida.
Me llamó la atención esa mención a la obediencia como virtud destacable y valorable a la hora de establecer una clasificación de los buenos o malos colegas de faenas, pues es de suponer que esta idea no sólo se circunscribe al ámbito laboral, sino que es un enfoque que incide o abarca la vida en general. Ello indica que la unidad de medida empleada por algunas personas para cuantificar la idoneidad o deficiencia del prójimo, es el grado de acatamiento, cumplimiento y docilidad demostrado hacia sus deseos. Y, ¿en qué lugar u orilla quedan los intereses del otro?
Es un craso error confundir la amistad, lealtad, colaboración, educación o compañerismo con la mansedumbre o sumisión, así como a las personas con los perros.