Los argumentos esgrimidos por un representante de los comerciantes chinos en Catalunya para justificar las lamentables condiciones de trabajo y vida de sus compatriotas en los talleres textiles ilegales descubiertos y desmantelados por los Mossos d'Esquadra no pueden ser más consoladores: "No se sienten explotados porque cobran más que en China y, además, no están deambulando por la calle solicitando papeles y ayudas sociales".
Las muestras de solidaridad hacia otros ciudadanos chinos en dificultades son reconfortantes, y la preocupación por no incrementar el gasto social español en momentos de vacas flacas es para estar agradecidos. Aunque hay algunos aspectos descuidados u olvidados que conviene recordar: ¿esas personas sin papeles conocían de antemano en qué condiciones vivirían en España o alguien les invitó al viaje ocultándoles la cruda realidad? ¿Qué ocurre con las fábricas o tiendas que pagan impuestos y salarios normalizados y deben cerrar sus puertas por semejante competencia desleal e ilegal? Y, por supuesto, ¡las leyes del país también afectan a los ciudadanos foráneos!
