domingo, 21 de junio de 2009

¿Raza o estatus social?

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Es incuestionable que existen individuos repartidos por todo el planeta con anacrónicos esquemas mentales que albergan la idea de la supremacía de una raza sobre otra e incluso que materializan su hostilidad hacia el extranjero.Sin embargo, en mi opinión, los factores que estimulan la creciente e inquietante manifestación de repudio hacia el inmigrante que recorre Europa responde al deterioro o merma de las circunstancias económicas, sociales y laborales de los ciudadanos nativos; por supuesto, sin obviar las dosis de fricción generada por cuestiones de carácter político, religioso o cultural.Si las muestras de antipatía hacia un humilde trabajador se tornan en manifestaciones de cordialidad y adulación en caso de ser un reconocido cantante, futbolista, empresario, príncipe indio o jeque árabe, ¿no denota que la valoración de la persona foránea está condicionada o vinculada a su estatus social y riqueza, y no a su naturaleza?Para poner freno a este y otros alarmantes problemas, es imprescindible una apuesta real por la cooperación al desarrollo de los países cuna de la emigración y por una equilibrada distribución de la riqueza, y es evidente e indiscutible que la solución no pasa por continuar con los mismos patrones y sistemas sociales que los han generado.Si se retira la patria potestad a los padres que no prestan las atenciones adecuadas a sus hijos, ¿por qué continuar bajo la tutela de un sistema indecente que desatiende y se despreocupa de sus ciudadanos, permitiendo incluso que sigan muriendo millones de niños al año por causasevitables?