Diario Público>>Opinión >>cartas del lector
Es incuestionable que existen individuos repartidos por todo el planeta con anacrónicos esquemas mentales que albergan la idea de la supremacía de una raza sobre otra e incluso que materializan su hostilidad hacia el extranjero.Sin embargo, en mi opinión, los factores que estimulan la creciente e inquietante manifestación de repudio hacia el inmigrante que recorre Europa responde al deterioro o merma de las circunstancias económicas, sociales y laborales de los ciudadanos nativos; por supuesto, sin obviar las dosis de fricción generada por cuestiones de carácter político, religioso o cultural.Si las muestras de antipatía hacia un humilde trabajador se tornan en manifestaciones de cordialidad y adulación en caso de ser un reconocido cantante, futbolista, empresario, príncipe indio o jeque árabe, ¿no denota que la valoración de la persona foránea está condicionada o vinculada a su estatus social y riqueza, y no a su naturaleza?Para poner freno a este y otros alarmantes problemas, es imprescindible una apuesta real por la cooperación al desarrollo de los países cuna de la emigración y por una equilibrada distribución de la riqueza, y es evidente e indiscutible que la solución no pasa por continuar con los mismos patrones y sistemas sociales que los han generado.Si se retira la patria potestad a los padres que no prestan las atenciones adecuadas a sus hijos, ¿por qué continuar bajo la tutela de un sistema indecente que desatiende y se despreocupa de sus ciudadanos, permitiendo incluso que sigan muriendo millones de niños al año por causasevitables?
Es incuestionable que existen individuos repartidos por todo el planeta con anacrónicos esquemas mentales que albergan la idea de la supremacía de una raza sobre otra e incluso que materializan su hostilidad hacia el extranjero.Sin embargo, en mi opinión, los factores que estimulan la creciente e inquietante manifestación de repudio hacia el inmigrante que recorre Europa responde al deterioro o merma de las circunstancias económicas, sociales y laborales de los ciudadanos nativos; por supuesto, sin obviar las dosis de fricción generada por cuestiones de carácter político, religioso o cultural.Si las muestras de antipatía hacia un humilde trabajador se tornan en manifestaciones de cordialidad y adulación en caso de ser un reconocido cantante, futbolista, empresario, príncipe indio o jeque árabe, ¿no denota que la valoración de la persona foránea está condicionada o vinculada a su estatus social y riqueza, y no a su naturaleza?Para poner freno a este y otros alarmantes problemas, es imprescindible una apuesta real por la cooperación al desarrollo de los países cuna de la emigración y por una equilibrada distribución de la riqueza, y es evidente e indiscutible que la solución no pasa por continuar con los mismos patrones y sistemas sociales que los han generado.Si se retira la patria potestad a los padres que no prestan las atenciones adecuadas a sus hijos, ¿por qué continuar bajo la tutela de un sistema indecente que desatiende y se despreocupa de sus ciudadanos, permitiendo incluso que sigan muriendo millones de niños al año por causasevitables?