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Han pasado tres horas desde el desayuno y el cuerpo vuelve a demandar
combustible, y no lo he percibido a través de una pulsera electrónica con
alarma ni de un mensaje en el teléfono móvil, sino por la natural sensación de
tener el estómago vacío. Obviamente, esta primitiva necesidad biológica no se
satisface ingiriendo cualquier objeto por muy caro que sea, tendré que echar
mano de los alimentos que llegan a nuestras bocas tras el duro y poco apreciado
trabajo de las personas dedicadas a la agricultura, ganadería y pesca. Pulsar
una tecla física o digital para subir una fotografía a una red social puede
reportar miles de euros en cuestión de minutos, en cambio, permanecer largas
jornadas laborales expuesto al calor y al frío dedicado al cultivo, la cría o la
captura de alimentos, es algo que va perdiendo peso y reconocimiento social de
manera progresiva. La normalización de la desmesura en la valoración de
los roles que, en su conjunto, ponen en movimiento el mecanismo del sistema,
¿es un instrumento eficaz para llevar a cabo la construcción de un mundo cabal
y sostenible?