sábado, 19 de enero de 2019

El peso de la educación

El Norte de Castilla>Opinión>cartas del lector
La Voz de Cádiz>Opinión>cartas del lector
La Opinión A Coruña>Opinión>cartas del lector
El Comercio>Opinión>cartas del lector

Al salir del vientre materno venimos al mundo como las cebollas al ser extraídas de la tierra, es decir, con las capas de inocencia tiernas e intactas. Los bebés no llegan leyendo un manual sobre el cultivo del recelo y la “mala leche”, no rechazan el pecho, el cariño y el calor de un abrazo por motivo de raza; tampoco discriminan y dejan de jugar por razón de  sexo; ni conocen cómo es el rostro del cinismo, la manipulación, la envidia,  la codicia, la corrupción, la arbitrariedad o la vileza.
Sin embargo, la probabilidad de verse afectados por un proceso de degradación progresivo y extremadamente penetrante, varía en buena medida en función de la concentración y las propiedades de los contaminantes mentales presentes en el  ambiente en el que se crece, del tiempo de exposición a los mismos y también de las características personales.