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Han digerido años continuados de crisis aguantando los efectos de las
restricciones en silencio, contribuyendo en muchos casos a paliar la
precariedad económica de los hijos, responsabilizándose del cuidado de
los nietos, observando con preocupación y profunda tristeza la erosión de la
calidad de vida del entorno familiar. Sin embargo, las masivas manifestaciones
protagonizadas por el colectivo de pensionistas en decenas de ciudades
españolas, parecen indicar que la acumulación de dificultades para llegar a fin
de mes han rebasado la capacidad del recipiente donde se introduce la
resignación. Los abuelos no están saliendo a las calles en demanda de una vida
de lujo, sino para reivindicar la implementación de medidas políticas
destinadas a evitar situaciones de pobreza permanente garantizada. La
participación de personas jubiladas en las concentraciones de protesta, ¿es una
cuestión que responde la manipulación dirigida o a la disconformidad con
la realidad vivida?