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Una vez ha tenido lugar la indeseable colisión política provocada tras
conducir en sentido opuesto al previsto por la legislación vigente, es de
esperar que la convocatoria de elecciones en Cataluña sirva de airbag
institucional capaz de evitar daños mayores a los ocasionados hasta el
momento. Pensando en las cuestiones que condicionan e inciden de manera
directa en vida cotidiana de la población (educación, empleo, pensiones,
pobreza, sanidad, vivienda...), y desde una supuesta situación de mayor claridad
ciudadana respecto a las posiciones, actuaciones, intereses y prioridades de
las diferentes formaciones que compiten en el terreno de juego político, la
denominada como fiesta de la democracia parece ser un instrumento útil para
llevar a cabo actualizaciones electorales que proporcionen un mayor nivel
de estabilidad, sensatez y perspectiva, tan necesario en una sociedad cuyo
tejado presenta grietas y goteras de consideración que requieren de acciones
concertadas y constructivas.
