miércoles, 21 de diciembre de 2016

Cómo cambian las cosas

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Hace más de treinta años, siendo unos chavales,   cuando íbamos unos días de acampada libre a la montaña teníamos una norma no escrita que, debido a nuestra incipiente inquietud  respecto a la necesidad de tener un comportamiento ciudadano y un progreso social compatible con la conservación de la naturaleza, llevábamos a cabo con plena satisfacción: recoger las latas, botellas, plásticos y demás residuos no orgánicos para trasladarlos al regreso hasta un lugar de recogida de basura. También recuerdo la puesta colectiva de piedras de tamaño respetable en la entrada a una zona verde municipal con el propósito de obstaculizar el acceso de vehículos que eran objeto de mantenimientos en la misma, dejando el aceite del motor y las pieza usadas abandonadas en el lugar, una  cuestión restringida pocos años después por las autoridades locales al ser acondicionada  como parque público. Sencillas conductas y acciones alimentadas por el despertar de una conciencia denominada ecologista que no generaba excesiva simpatía ni gozaba de muy buena prensa. Hay que ver cómo cambian las cosas,  cuánta alegría política, institucional y ciudadana manifestada con motivo del triunfo electoral del  candidato verde en las últimas elecciones realizadas en Austria.