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No son pocas las
referencias que, desde distintos ámbitos y dirigiendo la mirada progreso,
se llevan a cabo en torno a la necesidad de estimular el emprendimiento
económico y laboral, de incrementar las inversiones en investigación y
desarrollo y de aumentar la productividad de las empresas. En cambio, se
formulan o lanzan propuestas que, aun persiguiendo el objetivo del bienestar
general y descansando sobre los pilares de la solidaridad y justicia
contributiva, tienden a ser alojadas en los paradores nacionales localizados en
las regiones del déjalo como está y del olvido. Por ejemplo, la que
sugiere elevar la cantidad de efectivos destinados al control de las
irregularidades laborales y fiscales, tratando de situarse en ratios similares
al de otros países europeos cuyas cifras de engaños y fraudes están
significativamente por debajo de las españolas. Y, en realidad, no es necesario
o imprescindible disponer de un espíritu emprendedor ni aportar grandes dosis
de innovación, sino tener voluntad de emular a las naciones vecinas ejerciendo
mayor vigilancia sobre los miserables y defraudadores.