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Mientras la información acerca de materias como, por
ejemplo, el número de personas muertas en la carretera cada fin de semana,
puente o periodo vacacional fluye sin dificultad por los canales de
comunicación públicos y privados (el Ministerio del Interior cuantifica en 1126
los fallecidos en 2015), las cifras y datos
relativas a los fallecidos por suicidio tienden a permanecer en la
neblina, aun siendo éstas superiores a las ocasionadas como
consecuencia de los accidentes de
tráfico (el Instituto Nacional de Estadística indica que 3910 personas se
quitaron la vida en 2014). Las
instituciones promueven campañas de educación y sensibilización, facilitan
medios materiales y humanos y ponen a disposición de la ciudadanía vías de
comunicación destinadas a prevenir conductas dañinas para la salud pública en
distintos ámbitos sociales. La población es invitada a contactar directamente con
los organismos públicos para solicitar asesoramiento, colaboración y ayuda ante
dudas o problemas en materia de sexualidad, adicciones o violencia de género, en cambio, a la hora de
analizar, penetrar y actuar frente al drama social de los suicidios, podría
pensarse que la mirada y actitud del sistema es cautelosa, huidiza, temerosa o indiferente.
