martes, 7 de julio de 2015

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Y, ¿por qué  el niño va a ser más feliz pescando en un barco de recreo en altamar que si realiza esa misma actividad en el río? ¿Quién le garantiza que no acabará con un mareo de mil demonios y deseando por encima de todo volver a poner los pies en tierra firme? Se trata de  incógnitas surgidas tras  escuchar en la radio un anuncio publicitario de la Lotería Nacional donde una madre le dice a su hijo que, debido a un imprevisto, este año no podrá pescar en el río porque lo hará desde un yate navegando en medio del océano. Siendo evidente que el sueño de la  embarcación pertenece a los padres de la criatura, pues el chiquillo ya debía estar preparando la caña y los aparejos para ir a la trucha durante las vacaciones, en realidad, lo llamativo y, en mi opinión,  preocupante desde una perspectiva social e individual,  es el mensaje subliminal de la publicidad, al establecer una correlación entre la felicidad y la riqueza.  Introducir en los menores el deseo obsesivo y desproporcionado  por las posesiones y la fortuna, parece ser de lo más apropiado para continuar creando fango.