martes, 24 de marzo de 2015

Honradez y desprotección

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Creo que fue en la adolescencia  y a través del cine cuando, por vez primera,  tuve conocimiento de que  había situaciones  en las que los ciudadanos podían gozar de  seguridad y protección especial por parte del Estado si, dado el caso, optaban por testificar y colaborar con la policía y la administración de Justicia  en determinados procesos  penales.  Testigo protegido, es como suele denominarse a la figura  con riesgo de sufrir represalias de cierta entidad por  mantener una cooperación judicial.  Pues bien, después de ver un programa de televisión en el que se describían múltiples casos de corrupción política destapados en ayuntamientos distribuidos a lo largo y ancho de la geografía española, y teniendo presente que buena parte de quienes tomaron la decisión e iniciativa de denunciar tales actuaciones irregulares llegaron a ser acosados, relegados y despedidos del trabajo,  me vino a la cabeza el tema de los testigos protegidos y la sensación de vivir en un mundo al revés.   ¿Es factible llevar a buen término un proyecto de renovación y transparencia democrática con la aplicación de productos anti-honradez?