El Comercio>Opinión>cartas del lector
Al escuchar al locutor de
televisión decir que “Brasil siempre es una fiesta”, me pregunté si
estaría hablando del país en el que, aun habiéndose implementado políticas
sociales que han contribuido a reducir de manera significativa los índices de
pobreza en los últimos años (unos 27 millones de personas han salido de una
situación de precariedad y exclusión), se estima que unos 14 millones de
brasileños pasan hambre, la desigualdad entre ricos y pobres es de las más
pronunciadas del planeta y la esclavitud continúa secuestrando de manera
irregular la vida de miles de ciudadanos (algo más de 41.451 trabajadores
fueron liberados entre 1995 y 2011). Y, por otro lado, se hace extraño no
enterarse o confundir las numerosas manifestaciones y protestas ciudadanas con
concentraciones de samba y cachondeo. ¿Se ajustaría a la realidad
declarar que la alegría inunda las calles de España, tal como sucede con
los carteles luminosos en la ciudad de Las Vegas? Aunque la magia del
fútbol tenga la capacidad de emocionar, distraer y seducir al personal, no
puede transformar la acidez del limón en la dulzura del azúcar. En
ocasiones, la frivolidad que recorre las ondas produce vergüenza ajena.