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Profe, ¿cuánto cuesta el
comedor? Y, pasados unos días, el niño llegó a clase con una pequeña
bolsa de plástico con un euro y medio en monedas de céntimos, el importe con el
que podría sentarse un día a comer con otros compañeros. Ante relatos como
este, descrito por el director de un colegio en un programa televisivo, no
caben eufemismos ni pronósticos acerca de un inminente crecimiento
macroeconómico que, según indica la organización Intermón Oxfam en un informe
sobre la evolución de la distribución de la renta a nivel global y
nacional, no parece estar orientado o destinado a cambiar una realidad
social irracional y bochornosa. Qué finalidad tiene la política,
¿procurar el bien común o cultivar grandes superficies de desdicha ciudadana? A
estas alturas de la historia y “civilización” no deberían existir dudas al respecto,
sin embargo y, lamentablemente, las cifras cantan. Para que la población confíe
en la actividad y honestidad política, el bienestar no debe ser una cuestión de
reducidos cotos privados.