martes, 21 de enero de 2014

No acaba de entenderse

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Como comentaba un juez en un programa de televisión, llama la atención que, siendo la cantidad de personas declaradas culpables en delitos de cuello blanco y corrupción un porcentaje muy bajo de la población reclusa, sean este tipo de delitos los más beneficiados por la aplicación del indulto. Recientemente, distintas asociaciones de jueces y fiscales han manifestado su preocupación ante la carencia de recursos humanos y materiales para afrontar y resolver con mayor eficacia y diligencia los numerosos casos abiertos relacionados con la corrupción y el enriquecimiento ilícito, conductas estas que, si no son combatidas con garantías, decisión y ejemplaridad, erosionan o impiden el progreso social y la necesaria confianza de la ciudadanía hacia las instituciones democráticas. Y, si a ello se le suma el coste que para las arcas públicas tienen las complejas investigaciones y procesos judiciales destinados a tratar de aclarar y resolver hechos de semejante naturaleza,  puede decirse que hay indultos en los que la rentabilidad social brilla por su ausencia.