El País Semanal>cartas del lector
Cerrar la boca, halagar buscando
prebendas y refugio o guardarse las opiniones incómodas en el bolsillo
son opciones para ir a favor de la corriente imperante y/o pasar desapercibido,
o sea, ser una amapola en una plantación monocultivo y ordenada. Después de
leer el artículo de Javier Marías, Entre el ridículo y la mansedumbre,
solo queda animar
a Javier Marías a que continúe confeccionando trajes de palabras con estilo
propio, cuidados y elegantes en su diseño, confortables e impermeables a
la arbitrariedad e indecencia y pensados para moverse en ambientes
sociales saludables. Además, ¿no estamos en un periodo en el que se apuesta por
el talento y la innovación? Los avances logrados a lo largo del tiempo en
cuestiones relacionadas con el bienestar colectivo y el respeto por los
derechos humanos no han sido, precisamente, a base de silencio, subordinación y
esterilidad intelectual.