miércoles, 10 de febrero de 2010

Un espejismo

La Voz de Asturias>Opinión>cartas del lector

Las noticias acerca de la economía sumergida no es algo que cause demasiada sorpresa, pues todos somos conscientes de su existencia y, en mayor o menor medida, partícipes activos o pasivos en la misma.
Aún recuerdo lo contrariado que me sentí cuando en el año 1996 decidimos dar el paso del alquiler a la adquisición de la vivienda, ya que amigos y compañeros de trabajo coincidían en un pronóstico: comprar un piso sin aceptar el pago de dinero B, o sea, dinero negro, era una ardua tarea, casi un sueño; afortunadamente, fue posible llegar a puerto contra viento y marea. Desde la ingenuidad no lograba entender por qué se transigía y colaboraba con esa práctica, ¿acaso es normal pagar por debajo de la mesa el salario neto de un año? ¿Cómo era posible semejante connivencia social y política ante un fraude de tal calibre?
Los últimos 20 años de actividad laboral de mi vecino fueron desarrollados alternando los contratos de trabajo entre dos empresas, y una de ellas siempre le abonó parte del salario fuera de nómina; él no estaba de acuerdo, pero esa era la oferta.
Recientemente me encontré con un conocido y le pregunté por la cuestión laboral: lleva varios meses trabajando en el interior de viviendas de manera sumergida; comen a diario y cada mes tienen que pagar la hipoteca.
Si la economía de las familias es apretada, y las reclamaciones o denuncias de los consumidores por la prestación de servicios deficientes conducen a largos y costosos procesos, ¿es extraño que no se soliciten facturas legales?
Lamentablemente, el fraude es consustancial al tipo de sociedad que hemos creado. Es necesaria educación, concienciación, mejor distribución de la riqueza, ejemplo político, un decidido y adecuado control estatal... en definitiva, un espejismo.