lunes, 11 de enero de 2010

Una televisión pública de calidad

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Afortunadamente, después de un largo periodo -no recuerdo cuántos años- de exilio voluntario he vuelto a contemplar y saborear algo que ya había dado por perdido: ver una película en un canal televisivo en abierto.
En principio, la decisión de la televisión pública de abolir las frecuentes y prolongadas sesiones de "tortura publicitaria" parece una medida acertada para seducir a los ciudadanos que no obtienen placer alguno sometiéndose a las mismas.
Esperemos que esta medida vaya acompañada de una apuesta por un contenido más higiénico, pues un servicio público de tal calado e influencia social no debe ser utilizado para promocionar o establecer patrones de conducta irrespetuosos, deshonestos, parasitarios o con tendencia a desplazar u obviar los derechos y valores humanos.
¿Qué ocurre en la mente de los menores cuando la pedagogía recibida en los centros educativos es antagónica con la captada a través de las pantallas? ¿No deben ir en la misma dirección? En ciertos aspectos educativos como, por ejemplo, el respeto a la mujer, la ambigüedad puede ser un arma letal.