domingo, 24 de enero de 2010

Poco elegante

La Vanguardia>Opinión>edición impresa

En cualquier controversia los argumentos enfrentados pueden ser expuestos con más o menos sentido común, coherencia o apasionamiento, y la surgida alrededor de los derechos de autor no iba a ser una excepción. Tras leer o escuchar las declaraciones u opiniones que son manifestadas desde una y otra parte, es posible que uno resuelva o clarifique cuestiones que ofrecen ciertas dudas a la hora de tomar posición o partido; sin embargo, cuando en la composición de los criterios se añaden aditivos como el insulto o la falacia, el producto intelectual queda contaminado, aunque pueda procurar cierta dosis de regocijo a los fieles e incondicionales. La verdad, no es muy pedagógico, elegante o plausible que personas vinculadas al mundo de la cultura acudan al descrédito personal para rebatir ideas de otros colegas o ciudadanos.