jueves, 24 de septiembre de 2009

Una niebla de incertidumbre

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La información que recibe la ciudadanía acerca de los transgénicos sigue básica o principalmente dos vertientes: una, nos asegura que la modificación genética de las plantas puede erradicar el hambre en el mundo sin representar riesgo alguno para los ecosistemas y la salud humana.
Otra, que propone soluciones alternativas basadas en la combinación de tecnologías sostenibles y actuaciones políticas como arma para combatir la desnutrición mundial, denunciando que los cultivos de transgénicos causan daños irreversibles e impredecibles en el medio ambiente, así como efectos negativos para la agricultura tradicional y el entorno socioeconómico, y alerta sobre los posibles efectos adversos derivados de su consumo.
Y como ésta no es una controversia que surgió entre dos amigos en la barra de un bar, sino que existen científicos y Gobiernos que abrazan una u otra teoría, los profanos en la materia, o sea, la mayor parte de la población, quedamos expuestos a una niebla de incertidumbre y desconfianza que, parece ser, no tiene visos de ser disipada.
Aunque resulte una paradoja, ¿va a tener que ser una cuestión de fe lo que nos incline hacia alguna de las versiones científicas?
¿Qué tienen que decir nuestros políticos al respecto? ¿Por qué cuando hay dinero de por medio es tan difícil o imposible el consenso.