miércoles, 18 de febrero de 2009

La inmigración vale para todo


Son múltiples las opciones de juego que concede la inmigración. Sirve para satisfacer la demanda del mercado sexual en régimen de esclavitud, para cubrir puestos de trabajo en sociedades desarrolladas económicamente (que no es sinónimo de civilizadas) bajo condiciones laborales de siglos pasados, para proclamar en camaleónicos discursos políticos el valor de la hospitalidad y solidaridad o el de la conveniencia y necesidad de instalar con urgencia infranqueables alambradas y muros, para adoptar durante unos minutos un rostro de sensibilidad y preocupación ante dramáticas imágenes televisivas que muestran una pequeña parte de la injusta desigualdad reinante, para fingir inquietud y voluntad en teatrales cumbres mundiales, para , en fin, la inmigración vale para todo. ¡Entonces!, ¿para qué finalizar con las condiciones políticas, económicas o sociales que las originan y consolidan?