No es habitual que las víctimas de estafas y robos disculpen o despotriquen contra quienes les meten la mano en la cartera en función de sus afiliaciones o preferencias políticas. En cambio, lo que sí parece formar parte de la normalidad, es leer y escuchar comentarios u opiniones en los medios de comunicación que juzgan las conductas delictivas o carentes de ética en torno al dinero público atendiendo a la procedencia o denominación de origen de los chorizos y corruptos. Es decir, las respuestas populares y profesionales ante la apropiación de los recursos públicos (que no son ajenos ni proceden del aire, sino que son de todos y salen de los impuestos) pueden consistir en dar masajes relajantes con aceite de indulgencia o en aplicar duchas de agua en espacios sin toallas ni calefactores. Flaco favor se hace al desarrollo del Estado de bienestar con miradas mediáticas fiscalizadoras de la actividad política e institucional desprovistas de la honestidad y objetividad debida.
