Aunque se trate de atrocidades para las que no encuentro justificación
posible, me parece desproporcionado el tiempo dedicado por los medios de comunicación
a informar sobre la desaparición y el asesinato de menores a manos de individuos
despechados e incapaces de asumir y respetar la libertad de sus parejas cuando
deciden poner fin a una relación insatisfactoria, humillante o tormentosa. Una
cosa es dar la noticia y llevar a cabo un seguimiento informativo sobre las
novedades relativas a la investigación del caso y otra bien distinta crear un
espectáculo sensacionalista repetido hasta la saciedad. ¿Qué aportación e
interés social tiene bucear en las intimidades de una relación personal
ofreciendo toda clase de detalles acerca del carácter, las amistades, las
aficiones y los pasos dados por los criminales desde la infancia? En vez de
potenciar la elaboración de menús informativos equilibrados y saludables,
parece existir una atracción fatal por la cocina periodística especializada en
la preparación de platos cuyos ingredientes tienen un alto contenido de
colesterol intelectual.