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Un cuento que recuerdo desde la infancia, es el de Pedro y el lobo, cuya enseñanza es una invitación a huir y rechazar la mentira. Pasados casi cincuenta años y entrados ya en un nuevo siglo, da la impresión de que la verdad viste de luto mientras camina con dificultad echando la mirada hacia uno y otro lado por un terreno fértil en advertencias y riesgos, algo que no parece suceder con la mentira que, vestida de fiesta, se mueve confiada y con agilidad por la superficie económica, política y social encontrándose a su paso con el calor, los aplausos, la colaboración y el respaldo consciente e inconsciente de la ciudadanía.
