sábado, 13 de mayo de 2017

Al desprenderse del chándal

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La sociedad promociona la práctica deportiva desde la infancia introduciéndola como asignatura evaluable en la etapa de la educación obligatoria, pues existe la consideración e idea de ser una actividad que, además de los constatados beneficios físicos y mentales derivados de la misma, contribuye a imbuir en la población el valor del esfuerzo, la constancia, la entrega, la disciplina, el trabajo en equipo, la superación personal y la competencia sana. Y, extraña y lamentablemente, parece que buena parte de esos apreciados y ensalzados valores vinculados al deporte tienden a ser desplazados y situados en un segundo plano en otros ámbitos de la vida, rodeados de obstáculos que les impiden alcanzar el podio construido con los nobles materiales de la igualdad, capacidad y mérito. Y, aunque no se contemple y tenga demasiado en cuenta, la cultura de la corrupción, el enchufe y el clientelismo es un problema relevante a la hora de participar en la competición internacional del progreso, porque quienes menos la fomentan y comparten más opciones tienen de ir en cabeza.