miércoles, 13 de julio de 2016

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Que el acto de arrojar o enterrar colillas en la playa sea o llegue a ser motivo de sanción es algo que el sistema de razonamiento de gran parte de la población puede   digerir sin demasiados inconvenientes. En cambio, unamedida como la prohibición de fumar en las playas, puesta en práctica en distintos municipios gallegos,  parece tener mayores dificultades a la hora de ser entendida y asumida por la ciudadanía. Abundan las costumbres, acciones y conductas susceptibles de tener una influencia indeseada en los menores y no por ello son objeto o están en la agenda de restricciones,  e incluso  algunas son fomentadas desde la infancia como herramientas necesarias para lograr el “éxito social”, aun siendo piezas claves de un vehículo causante de atropellos cuyas consecuencias tienen un alto coste para la convivencia y el bienestar general. Volviendo a los arenales y al mal ejemplo, ¿sería acertado obligar a las personas adultas a aplicarse protección solar para estar en las  playas? Concienciación o prohibición, he ahí el dilema. He leído que la iniciativa puesta en marcha en Galicia viene importada de Estados Unidos, donde se venden armas como  golosinas.