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De la misma forma que parece desproporcionado adquirir un
vehículo de 10 plazas para trasladarse de manera individual al
trabajo o una vivienda de ocho dormitorios y cuatro baños para una
familia de tres miembros, tampoco puede decirse que sea muy acertado comprar
aparatos electrónicos sin tomar en consideración las prestaciones técnicas
ofrecidas y las demandas del usuario. Hace unos años, recuerdo que un conocido
pagó una cifra nada despreciable por un televisor de 42 pulgadas cuyo destino
fue una pequeña sala de estar en la que la corta distancia entre el sofá y la
pantalla no permitía una visión adecuada. “Burro grande, ande o no ande”,
dice el refrán. ¿Hacerse con un teléfono móvil porque tiene una cámara de
muchos megapixels, cuando en realidad las fotografías van a imprimirse en
formatos pequeños o verse en una pantalla de pequeñas dimensiones? ¿Es acertado
la adquisición del último modelo y más novedoso ordenador personal para navegar
por Internet, escuchar música, ver videos y escribir algunos textos?
Antes de lanzarse a comprar, es recomendable pensar un poco e informarse, pues
lo más grande, potente y novedoso no siempre se adecúa y ajusta a nuestros
requerimientos o necesidades.